La amargura de Ana
- Estefanía
- 27 oct 2017
- 2 Min. de lectura
Ana era una mujer a la que Dios había hecho estéril y a causa de ésto ella sufría mucho; yo quiero imaginar que en tiempos modernos aún para muchas mujeres es muy importante tener hijos, imagínate en aquellos días en los que la identidad de una mujer se basaba en si tenía hijos o no.
La amargura de Ana sin duda era muy grande; no comía, su corazón estaba afligido y el hombre que tenía a su lado no le satisfacía (1 Samuel 1:8).
Un día Ana oró con amargura y lloró abundantemente, tiempo después Dios se acordó de ella dándole un hijo al cual llamó Samuel, quien fué profeta y ungió a los dos primeros reyes de Israel (1 Samuel 1:10-19).
Pero quiero contarte lo que sucedió en el inter de la oración y la contestación de Dios, dice la biblia que Ana ya tenía tiempo que no comía por hambre pero cuando hubo terminado de orar su semblante cambió y al fin dejó de estar triste, ¿te diste cuenta? Ana no fué feliz cuando Dios le concedió tener a su primer hijo, sino cuando oró y lloró delante de Dios, ahí fué donde hubo una transformación en su espíritu y donde Ana encontró su identidad, ella había encontrado en el Señor lo que necesitaba.
Definitivamente me identifico mucho con esta historia de la biblia porque han habido momentos en mi vida en los que no tengo lo que tanto anhelo y eso llega a llenarme de frustración, enojo, tristeza y hasta amargura, pero un día también y por la gracia de Dios pude encontrar todo lo que buscaba en un solo lugar: en la presencia de Dios; y probablemente en estos momentos puedas estar pasando por una situación similar, pero por experiencia propia te digo que así como Ana confíes todas tus aflicciones y carencias delante de Aquel que todo lo llena en todo (Efesios 1:23).
A Dios no se le ocurrió de repente darle a Ana ese Hijo que tanto anhelaba, ya estaba en los planes y en el corazón de Dios, pero el Señor quiere que vayamos delante de Él y sepamos quienes somos para ÉL, y podamos entender que nuestra identidad no se encuentra en lo que estudiamos, en nuestro trabajo, en si estamos sanos o enfermos, si tenemos pareja o no o si falta alguna parte de nuestro cuerpo, sino en que eso que somos está solamente en Aquel que es nuestro refugio y fortaleza en tiempos de prueba y que nuestra felicidad no se encuentra en si la situación cambia o no cambia sino en comprender que Dios tiene un propósito para nuestras vidas recordando que su voluntad es agradable, perfecta y buena para nosotros (Romanos 12:2).
Te voy a dejar el link de una predicación que en tiempos difíciles me fué muy útil y la da una mujer que admiro mucho, Majo Solís. https://www.youtube.com/watch?v=QFyNgNZcjC4&t=1038s

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